El 2014 ha estado señalado por fenómenos que no preanuncian nada bueno, si bien es cierto que el panorama argentino y latinoamericano no es tan negativo como la tenebrosidad que envuelve a la situación en otros lugares del planeta.
El defenestrado Secretario de Defensa, Chuck Hagel.
Así enunciado, el título parece la delantera de un seleccionado alemán. Pero no es así; es una manera de poner de relieve los nexos que existen entre la historia y el presente tanto en Europa como en el escenario mundial.
La tensión en el mundo no decrece. La situación en el este de Europa cada vez pinta peor. Kiev ha cortado los servicios sociales básicos a la región del Donbas y la OTAN aumenta la presión contra Rusia a través de ejercicios y despliegues militares.
La continua presión del imperialismo anglosajón sobre el conjunto del mundo asume diversas formas. Pero siempre está presente como expediente para huir de la crisis intrínseca que lo sacude. Pues la mejor defensa es un buen ataque.
Sigue creciendo la presión en la caldera internacional. El verdadero rostro de la OTAN. El Papa Francisco le pone los puntos sobre las íes a la teoría del derrame.
El tema ucraniano está poniendo en juego tanto la gravitación geopolítica como las contradicciones internas de Rusia. ¿Hasta dónde puede componer con la agresión externa? Necesidad de consolidar el frente interno.
Washington sigue jugando con fuego. Atrapado en el vértigo de su propio dinamismo demuestra que en ningún caso aceptará a Rusia como socio igualitario: su propósito es acabar con la posibilidad de que esta vuelva a ser una potencia de primer orden.
Carrió y Magnetto: dos puntas de la psicología del terror.
Desde Gaza hasta Argentina, pasando por Ucrania, la realidad se ha convertido en un amasijo de sofismas, donde las únicas verdades son la sangre derramada y el bandidaje financiero.
Los mandatarios de los países del BRICS y de la UNASUR reunidos en Brasilia.
Se insinúan dos modelos de arquitectura global. Están confrontados y el frenesí de quienes pilotean uno de ellos arriesga hundirnos en el desastre. De Brasilia a Moscú: un viaje peligroso.