Centrado sobre sí mismo, Estados Unidos se ha comprometido en una política exterior que se basa en la tensión permanente. Y ello genera reacciones que pueden terminar revelándose como peligrosas para todos.
La sorprendente recuperación del coloso al que todos daban por muerto. Putin como elemento catalizador de ese renacimiento. Otra vez la salida al Mediterráneo.
Navío ruso cruzando el Bósforo, rumbo al Mediterráneo.
La crisis focalizada en el medio oriente ha entrado en un compás de espera. Washington ha retrocedido, pero la bomba no ha sido desactivada. El turbocapitalismo.
A partir de la crisis siria estamos contemplando una difícil partida de ajedrez donde se está poniendo en juego la posibilidad de tener un mundo más o menos armónico…, o todo lo contrario.
La compleja negociación que se está realizando en torno a Siria es muy difícil sea otra cosa que un alto en una ruta prometida al desastre. Ojala nos equivoquemos.
Depende del voto del Congreso que mañana EE.UU. lance o no su ofensiva contra Siria. Pero, cualquiera sea el resultado, los dados están echados y más tarde o más temprano el sheriff global apretará el gatillo.
Obama ha sufrido un tropezón en su curso de colisión con Siria. Sin embargo, al revés de Saulo de Tarso, no va a ver la luz por ello. Sólo será cuestión de tiempo para que EE.UU. rearme la intervención que pende sobre ese país.
Ante la situación egipcia no caben los lugares comunes del democratismo abstracto. Es una situación caótica generada históricamente, y los dilemas que allí se plantean pasan por la lucha entre la integración y la disolución nacional