La victoria del Frente de Todos significa un cambio que auguramos sea profundo y duradero. Sin embargo, la persistencia de un antiperonismo raigal, que no atiende a razones, sigue erigiéndose en un obstáculo para cerrar la grieta.
Este domingo se presenta la oportunidad de acabar con la atropellada reaccionaria que en cuatro años ha sumido al país en la miseria. Que nuestro voto sea como una bala en el cargador del fusil.
El debate entre los candidatos a presidente se inscribió más en el ámbito del espectáculo que en el del cotejo y la discusión de las respectivas plataformas electorales.
El deseo de morder sobre los miedos del sector menos consciente del electorado ha sido siempre un expediente de la demagogia. El senador Pichetto y otros exponentes de la fauna política están cultivando esa veta.
La crisis se agudiza pero el gobierno no pierde las mañas: en vez de intentar corregir el rumbo, quiere enredar a la oposición en el sostenimiento de las mismas políticas que nos han traído a este punto.
El resultado de las primarias es una estimulante señal del despertar popular. Contra todas las encuestas, el saldo de la elección ha sido una demostración contundente de que las políticas neoliberales no son congeniales al espíritu del pueblo argentino.
Avanza la campaña electoral y se agudiza el delicado problema opositor de cómo abordarla. El temperamento negociador de Alberto Fernández no debe arrastrarlo al conciliacionismo, aunque hay que reconocer debe caminar por una cornisa muy estrecha.
Si bien el festejo oficial por el pre-acuerdo Mercosur Unión Europea tiene mucho de puesta en escena para la campaña electoral, no deja de poner en evidencia la vocación dependiente del estamento oligárquico de nuestro país.
La campaña electoral se anuncia feroz. Hay mucho en juego. El electorado está aparentemente apático, pero alerta, como lo demuestra la elevada concurrencia a las elecciones provinciales.