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Varios episodios han remarcado en estas semanas la inquietud o hasta el sordo encono que en algunos sectores produce todavía la batalla por Malvinas.

El triunfo de Ollanta Humala en Perú permite mantener viva la llama de la esperanza en una gradual integración latinoamericana.

Cristina Kirchner se plantó frente a la CGT. Su autoridad no va a ser discutida. Pero deberá tomar en cuenta a una fuerza que le resulta esencial y que hoy por hoy es el mejor sostén de cualquier proyecto de construcción nacional.

La reaparición de Ollanta Humala como gran contendiente en la elección peruana es un buen síntoma de la persistencia del sentir nacional en los pueblos de América latina.

La coyuntura económica es buena hoy para Argentina. Pero la política no termina de ponerse a la altura del momento. Esta puede ser una hora de destino y sería calamitoso dejarla pasar.

Hay una notable diferencia entre su desangelada inauguración bajo el palio neoliberal, y la enérgica autoconfianza que la mayoría de los países iberoamericanos despliegan hoy. Excepción hecha de España, aun enfeudada a la norma neoliberal.

Las fricciones fronterizas entre Nicaragua y Costa Rica solo cobran sentido si se las ve en el marco de una historia continental connotada por la ingerencia imperialista.

La práctica opositora de poner palos en la rueda a la gestión del gobierno nacional, puede volvérsele en contra.

Las dos mujeres que dirigen o se aprestan a dirigir a Argentina y Brasil provienen en línea recta de una de las etapas más difíciles y aleccionadoras de nuestra historia contemporánea y acopian una experiencia de gran riqueza política.

Una despedida con sabor a reencuentro. El del pueblo argentino con la política y, por qué no, con la Historia.