En la era Trump, el cine norteamericano vuelve a celebrar los méritos de la prensa libre que pugna contra la tiranía del gobierno. Lástima que este planteo sea una mentira.
Dos películas interesantes, una de ellas de gran factura, ocupan la cartelera por estos días. El film de Christopher Nolan probablemente será un firme candidato al Oscar y el de Santiago Mitre tal vez sea la selección de nuestro país para esa ocasión.
El pasado 9 de octubre, a los 90 años de edad, falleció el cineasta polaco Andrezj Wajda. Su muerte cierra una época y dice adiós a la más brillante generación que el cine produjo a lo largo de sus 122 años de existencia.
Las teleseries sobre las intimidades de la política y el poder norteamericanos son muy interesantes. Por su factura, por un lado, pero sobre todo por las ambigüedades que las recorren.
Nueva aproximación cinematográfica al tema del tráfico de droga. Un filme duro, magníficamente ejecutado y provisto de un trasfondo ético del que cabe decir que es, por lo menos, ambiguo.
Cierto realismo de corte clásico, capaz de una percepción a la vez firme y sensible de las cosas, se ha convertido en una rareza en el cine. Tal vez por esto sea conveniente revisar la obra de uno de sus mejores y menos conocidos exponentes.
“Francotirador”, la última película de Clint Eastwood, es un trabajo inflado por la retórica hipócrita de la “democracia” en armas. El director norteamericano es víctima aquí de su auto-fabricado carisma de hombre duro y patriota a rajatabla.