Una patrullera iraní de maniobras en el Golfo Pérsico.
Retomamos y prolongamos aquí el análisis iniciado con la nota que dedicáramos a la revisión del pasado año: “El mundo en 2011”, observando en este caso las proyecciones inmediatas que tienen las tendencias avizoradas en el ejercicio anterior.
Cada día se activa más duramente la combinación de agresión y ajuste que distingue al sistema económico, militar, comunicacional y político que intenta adueñarse del mundo. Pero tal vez esté empezando a morder hueso.
El mundo, en alas de la crisis, está pasando por una etapa de rediseño geopolítico, de la que lo menos se puede decir es que reviste contornos implacables y que no quedaremos ajenos a ella.
El joven coronel Gaddafi al comienzo de su travesía en el poder.
El último exponente de la revolución árabe de la posguerra ha sido eliminado. El futuro de Libia está por ahora en la mesa de juego que controlan Estados Unidos y la UE.
El presunto “complot iraní” y el veto de Rusia y China a las sanciones contra Irak, más un documento de Vladimir Putin sobre el bloque euroasiático, parecen indicar otra vuelta de tuerca en el complicado paisaje de las relaciones internacionales.
De cómo el 11/S soltó los frenos del dinamismo imperialista y dio vía libre a sus proyectos más ambiciosos. ¿Hubo complicidad o no la hubo de parte de autoridades norteamericanas en el horror que golpeó a Nueva York?
El racismo, la sed de petróleo y la desinformación son las tres patas sobre las que el imperialismo sustenta su ofensiva contra el país norteafricano. Pero el caso libio no es sino un síntoma de los tiempos por venir.