La inestabilidad en las zonas rojas del planeta nos devuelve, a los curiosos, a la consideración de la política internacional. Medio oriente y Europa del este son los escenarios más preocupantes.
La anomia que en la sociedad moderna provoca el eclipse de las ideologías y el impacto de la comunicación incomunicante, está trayendo a la superficie fenómenos de personalización política que pueden hacerse más influyentes en el próximo futuro.
Las grandes migraciones de pueblos, si se dirigen a espacios ya ocupados, son un signo cierto de crisis. Hoy están destapando síntomas que se corresponden con los que estuvieron vigentes durante el período más sombrío del siglo XX.
La política internacional está en una fase de transición acelerada. Su factor determinante es la forma en que Estados Unidos puede reaccionar ante su progresiva pérdida de peso frente a otros contrincantes globales.
Sigue ensombreciéndose el medio oriente. Aunque el ataque del jueves pasado haya sido más espectacular que efectivo, las líneas de una escalada militar empiezan a definirse. Y en el trasfondo despunta el monstruo de las ambiciones hegemónicas.
Alianzas cambiantes. Se están produciendo cambios espectaculares en medio oriente y el Asia central. Al mismo tiempo sube la tensión militar por los sospechosos ataques químicos en Siria y se diseña una posible nueva intervención USA en gran escala.
De la mutua destrucción asegurada o MAD (por su sigla en inglés), los halcones del Pentágono habrían evolucionado a una teoría que se basaría en la creencia de que, incluso en una guerra de todo por el todo, la victoria sería posible.
El mandatario norteamericano vuelve al centro de la escena. Va a dialogar con Kim Jong un y ha lanzado una guerra comercial contra la Unión Europea. El escenario internacional se transforma y muchos países deberán adaptarse y marchar por lo suyo.