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ENE
2024
Obreros frente al Congreso. (¨Foto Clarín)
Obreros frente al Congreso. (¨Foto Clarín)
Parece mentira, pero a 45 días de asumido el poder, el gobierno de Javier Milei empieza a ostentar los síntomas de una crisis terminal.

El pasado miércoles 24 de enero va a pasar a ser una data a recordar en la historia argentina, aunque todavía no nos demos cuenta. Ese día, a apenas un mes y medio de asumido el gobierno, el presidente Javier Milei y su cohorte de especialistas económicos proveniente del riñón del neoliberalismo argentino, se encontraron envueltos en un barullo legislativo y callejero que no solo cuestionó al proyecto de ajuste feroz propuesto por el ejecutivo, sino que puso de manifiesto su inviabilidad.

La manifestación popular contra el programa económico del gobierno fue de gran magnitud, se mantuvo en orden pese a algunas provocaciones policiales que no fueron de bulto, y escalonó sus pasos para exponer unas reivindicaciones que la CGT enarbola, pero que no son exclusivas de los obreros industriales sino que alcanzan al pueblo todo. En este sentido el movimiento obrero recupera algo de un protagonismo nacional que –por las razones que fueren- había escapado de sus manos. El realizar el acto de cara al Congreso fue asimismo una suerte de programa: “el pueblo quiere saber de qué se trata”. Esta frase no debe pulsar solamente la cuerda de una evocación escolar, sino avanzar una forma de vivir la política y una manera de presionar a sus representantes para inducirlos o incluso forzarlos a hacerse cargo de sus responsabilidades, a menudo extraviadas en tejemanejes de capilla cuyos cultores suelen olvidarse de ellas entretenidos como están en su propio juego.

Las reivindicaciones que se formularon desde la tribuna frente al Congreso aludieron a los problemas que acarrea el desatinado programa de ajuste lanzado por el gobierno, al agravamiento de la disparidad social y a la entrega del patrimonio nacional que el decretazo de Necesidad y Urgencia y el megaproyecto Bases intentan consagrar. Al mismo tiempo en el interior del palacio legislativo el programa tropezaba con unos cuestionamientos que estuvieron en un tris de determinar su rechazo en bloque, solo evitado por la cooperación que la “oposición blanda” dio a su aprobación en general. Pero para esto incluso fue necesaria la fuga del bloque Unión por la Patria de cuatro legisladores tucumanos que se plegaron a la orden del gobernador de su provincia, quien a su vez cedió al chantaje del ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, quien lo amenazó con abrir la importación de azúcar.

Pero este dictamen en mayoría, penosamente alcanzado tras modificar una gran cantidad de artículos clave, no tardó en ser cuestionado por la misma “oposición blanda” que descubrió que muchos de esos artículos habían sido nuevamente modificados en su texto, firmado entre gallos y medianoche por muchos legisladores que ni siquiera lo habían leído. Según “La Política On line”, la reescritura del texto se realizó en un departamento de Recoleta perteneciente a un ex miembro del grupo Sushi, de triste memoria, que fuera presidido por un hijo del presidente De la Rúa en los días de su nefasto mandato. A ese lugar fueron llegando a lo largo del jueves grupos de presión empresarios, que metían mano en la redacción del documento para favorecer sus intereses.[i]

Este trámite es inconstitucional por donde se lo mire, pues representa la alteración de un documento público en un ámbito ajeno a la Legislatura. Esto y la imposibilidad de llegar a un acuerdo determinó a las autoridades de la cámara de Diputados a postergar la discusión del articulado del proyecto, pasándolo de mañana sábado al martes de la semana próxima para ver si en ese lapso el gobierno puede obtener el consenso, así sea parcial, de la “oposición blanda” y puede así sacar la ley y enviarla al Senado. Resta por ver si el desvelamiento de estas vergonzosas transacciones no hunden definitivamente al proyecto y ponen al gobierno de Milei a un paso del precipicio.

Todo esto es cualquier cosa menos edificante. Sumado a los “tweets” del presidente, que no se priva de nada para insultar a la oposición, a los desplantes de individuos como José Luis Espert que propone “cárcel o bala” a quienes traben el desenvolvimiento del plan oficialista y se permite calificar al secretario general dela CGT Héctor Daer como “mafioso de cuarta”[ii], el clima político que se propone desde arriba se hace cada vez menos respirable en la Argentina. Son de imaginar los niveles a los que se podría escalar si la crisis se agrava.

Parece increíble que las cosas se hayan deteriorado tanto en apenas 45 días de mandato. Pero la catadura, los desplantes, los planteos irracionales, la permeabilidad a la influencia de los lobbies empresarios que existe en diversos estamentos del gobierno y que se pone de manifiesto en esta astracanada legislativa ya están cuestionando la legitimidad del ejecutivo. Sólo el respeto a una para nosotros disparatada, pero jurídicamente válida decisión de una parte mayoritaria del electorado, fuerza a intentar el encarrilamiento de este desbarajuste y revertir esta aventura milenarista (o “mileinarista”, valga el juego de palabras) en algo que permita una salida ordenada de un caos cuyos primeros sacudones empiezan a sentirse. Entre estos últimos figura la primera eyección de un ministro del gabinete, la del ministro de Infraestructura, Guillermo Ferraro, cuya cartera pasa a convertirse en secretaría y queda bajo el control del ministerio de Economía. Ferraro fue acusado de filtrar información sensible a la prensa, dentro de la cual figuraron la decisión de coaccionar a las provincias haciendo que el Banco Central “pisara” los fondos de coparticipación, que por ley se deben girar de manera automática. También exabruptos como afirmaciones de Milei rugiendo que iba a dejar a los gobernadores sin un peso: “¡los voy a fundir a todos!”[iii]

Ahora bien, que el presidente expulse a un ministro por difundir esas frases no significa que ellas no hayan sido pronunciadas; más bien al contrario: confirman su existencia. Y esta habla alto y claro sobre el nulo aprecio que Milei siente por el federalismo y las instituciones republicanas.

Habrá que ver cuánto tiempo perdura la ilusión de muchos de quienes lo votaron sin distinguir el precio del espejismo al que se entregaron. Desde el punto de vista de quienes pueden observar desde afuera la peripecia argentina, este primer ensayo en democracia de la "doctrina del shock" seguramente va a dejar un poso de experiencias digno de estudio. Lástima que quienes estamos dentro del matraz de ese laboratorio no podamos decir lo mismo. 

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[i] “La Política On line”.

[ii] Más allá de lo indemostrable y gratuito del insulto a Daer, cabe preguntarse si a Espert no le cabe el calificativo de “mafioso de primera”, dados sus vínculos con Fred Machado, marcado por la DEA, de quien se sospecha le aportó fondos para su campaña presidencial de 2019. Tampoco es para festejar la salida de Pablo Moyano en el acto de la Plaza de los Dos Congresos cuando recogió una observación de Milei sobre los méritos de Caputo afirmando que su ministro de Economía merecía ser sacado en andas. Moyano coincidió con lo de sacarlo en andas, pero añadió que había que hacerlo para tirarlo al Riachuelo. El presidente la había dejado picando (¿deliberadamente?) y el sindicalista no pudo resistir la tentación de completarle la oración…

[iii] “La Política On line”.

 

 

 

 

 

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