La crisis griega y el acuerdo entre el G 5 + 1 e Irán en torno al desarme nuclear de este país, son los hechos dominantes del panorama internacional. Representan episodios de gran peso e indicadores de por dónde está pasando la pulseada por el dominio del globo. Lo que ha sucedido entre Grecia y la troika supone la puesta en escena de un castigo ejemplar para quienes, en los países periféricos o menos provistos de poder, osan levantarse contra el diktat de las potencias centrales y del modelo neoliberal vigente. Apunta a demostrar que quienes se atreven a sembrar el escándalo sin tener ni una política, ni una ideología, ni una armazón económica capaz de provocar respeto, no pueden escapar a la punición correspondiente. En cuanto al asunto persa insinúa un arreglo entre occidente y la díscola nación iraní que puede estar indicando una evolución geopolítica poco favorable a las potencias que le disputan el liderato mundial al bloque occidental, provisoriamente unificado por Estados Unidos detrás de su proyecto hegemónico.
En la parte final de nuestra nota de la semana pasada (El Papa en Suramérica, un hito) aludimos a la “traición” de Alexis Tsipras. Puede parecer una calificación exagerada, pero, ¿qué otro nombre dar a la voltereta del mandatario griego, quien, después de prohijar en un referéndum el “No” de su pueblo a la rendición al humillante mandato de la Unión Europea y recibir el apoyo del 61 por ciento del electorado, optó por darle la espalda al resultado del plebiscito por él convocado y someterse a unas condiciones aún más abusivas que las fijadas previamente por la troika? Sólo el amateurismo irresponsable y el oportunismo de Tsipras y de parte de sus compañeros pueden explicar este fracaso. No se puede convocar impunemente a la insurrección contra los poderes establecidos para rendirse inmediatamente, no bien se hace evidente que las papas queman. Si esto no es una traición, se le parece mucho.
Como dijimos en el artículo de la semana pasada, la actitud tomada por los jefes de Syriza al convocar a un plebiscito y luego traicionar su resultado, sólo se explica si se entiende que esa convocatoria no fue otra cosa que un expediente para que ellos rehuyesen su propia responsabilidad: creyendo en el fondo que el plebiscito les resultaría desfavorable o que terminaría en tablas, pensaron que ese era el modo de evitar una toma de decisiones de carácter drástico. Que no eran otras que el abandono de la UE, la vuelta al dracma y la apertura a Rusia y a los poderes alternativos a los del bloque occidental. Se trataba de un proyecto cuasi revolucionario –pues Grecia es un eslabón muy importante en la estrategia de la OTAN- y es evidente que Tsipras y los suyos no estaban ni en condiciones ni en disposición de asumirlo. Su triunfo en la consulta popular los sorprendió. No pudieron escudar su rendición en un resultado adverso ni habían podido correr a la troika con la vaina, con un gesto aparentemente irrevocable. El ministro alemán de finanzas, Wolfgang Schäuble, no es de los que se asustan de “bultos y sombras que se menean”. Dicho sea de paso, ¿no deja de resultar sorprendente el parecido entre este personaje fijado a una silla de ruedas y el Dr. Strangelove? [i] La vida imita al arte.
No pueden minimizarse las consecuencias que tendrá el renuncio de Syriza para los otros movimientos que pululan por Europa y que buscan una alternativa, desde la izquierda, a la creciente expansión del modelo neoliberal en ascenso y que busca ya dar la puntilla a los restos del Estado de Bienestar en el viejo mundo. Ello demuestra la necesidad de contar con criterios de interpretación de la realidad que vayan más allá de las generalidades de buena voluntad que hasta aquí han distinguido a los movimientos democráticos que proclaman su carácter alternativo respecto del capitalismo vigente, pero que no precisan cuál es su filosofía acerca de los expedientes con que piensan para desalojarlo del poder. A corto, mediano o largo plazo.
El acuerdo entre el G 5 + 1 e Irán
En el tema del contencioso nuclear que planteaba Irán, el arreglo al que han llegado las partes es inequívocamente favorable a Estados Unidos. A pesar de las protestas del premier israelí Netanyahu, que tacha al convenio de una hipócrita manera de consentir la búsqueda iraní de la bomba atómica, y pese al oportunismo político de la oposición republicana en Washington que acompaña esa actitud, el conjunto de las disposiciones del arreglo son favorables a las pretensiones de Estados Unidos.
Irán deberá desmantelar temporalmente más de dos tercios de sus 19.000 centrifugadoras para el enriquecimiento de uranio. Durante una década, la República Islámica sólo estará autorizada a utilizar 6.104 de esas instalaciones. Entre ellas, solamente 5.060 podrán producir combustible para la única central eléctrica nuclear del país (ubicada en Bushehr), y eventualmente las demás tres o cuatro, cuya construcción está programada en los próximos años con la ayuda tecnológica de Rusia. El uranio enriquecido excesivo presente en Irán tendrá que ser eliminado o exportado.
El nivel de enriquecimiento de uranio deberá ser limitado al 3,67 por ciento, a fin de que sólo pueda ser utilizado con fines civiles y no para la construcción de bombas atómicas.
Se facilitan las inspecciones de la OIEA (Organismo Internacional de Energía Atómica) para vigilar el cumplimiento de las normas del acuerdo, si bien Irán habría conseguido que dichas visitas deban ser previamente solicitadas.
Por otra parte, las sanciones económicas que tanto daño causan a Irán van a ser levantadas apenas entre en vigencia el pacto, cosa que se piensa tendrá lugar en enero de 2016. Si se averiguara un incumplimiento del acuerdo por parte de Irán, las sanciones que se hayan revocado podrán imponerse de nuevo a ese país en un plazo de 65 días.
Es obvio que este acuerdo, en apariencia severo para con Teherán, no podría haberse alcanzado sin una contrapartida implícita. Ella pasaría por considerar el arreglo como el principio de un ordenamiento general del medio oriente, en el cual Irán y su proyección militar regional, el Hizbollah, encontrarían compensaciones importantes, como su reconexión al mercado y una afirmación de su influencia regional a través de la afirmación de su aliado, el régimen sirio de Bashar al Assad, y una limitación, si no erradicación, de las actividades del Estado Islámico en ese país y en Irak. Como datos que abonan esta tesis está el hecho de que, primera vez, comienzan a percibirse acciones que se encuentran en línea con una restricción del accionar del EI en la zona. El arresto de 29 individuos que se dedicaban a “pasar” a combatientes hacia Siria a través de la frontera turca por las autoridades de Ankara, y la detención de 431 yihadistas en Ryad son síntomas de un posible cambio de actitud de Turquía y Arabia Saudita, hasta aquí los responsables directos de la potenciación del estado islámico en Siria e Irak, en la medida que les facilitaban el transporte, la preparación militar y el armamento.[ii] Desde luego, esto no es más que un síntoma. Estados Unidos, aunque abomina de labios para afuera al terrorismo del EI, tiene a esa organización como una carta a la que siempre se puede acudir, a pesar del riesgo que ella entraña por la espontaneidad e imprevisibilidad de muchos de sus agentes.
En la cambiante marea de la política internacional, la semana que acaba de transcurrir ha arrojado entonces resultados favorables al estatus quo, pero cuyas consecuencias últimas no son fáciles de discernir. En efecto, es difícil pronosticar si los estadounidenses conseguirán cerrar la caja de Pandora que abrieron con su aliento al fundamentalismo árabe, y en el caso de Grecia falta sacar las cuentas con la repercusión que el plan de privatizaciones y ajuste provocará en el seno del pueblo griego.
-------------------------------------------------------------------------------------
[i] “Dr. Strangelove, o de cómo aprendí a amar la Bomba y a dejar de preocuparme”, de Stanley Kubrick, 1964. Peter Sellers está inolvidable en el papel del lisiado científico alemán, cruza de Werner Von Braun con Henry Kissinger, que funge de consejero del presidente de EE.UU.
[ii] Red Voltaire, “Primeras consecuencias del acuerdo 5 + 1”, por Thierry Meissan.